Atrapante de principio a fin. Lleno de enseñanzas y reflexiones tan actuales como en el momento en que fue escrito (entre el 12 de junio de 1942 y el 1 de agosto de 1944). Ana Frank disecciona con total naturalidad y frescura la complejidad de las relaciones dentro y fuera de su núcleo familiar, al mismo tiempo que describe los cambios propios
de la adolescencia, aunque matizados por la situación que le toca vivir: el Holocausto. Todo esto lo hace con una capacidad de introspección y una autocrítica admirables, lo que deja ver el verdadero genio detrás de esa gran escritora. Simplemente imperdible.