La rebelión no culminó. Nunca vio la luz la república catalana, apenas proclamada el 27 de octubre, aquel viernes en pleno otoño del descontento, antes de que sus dirigentes abandonaran a sus seguidores y se fueran, primero de fin de semana, y luego al exilio o a la cárcel. Pero la crisis se ha instalado en Cataluña, aquejada por una rebelión crónica como una dolencia, interminable como un día sin pan. Esta es la narración del año en que una parte de Cataluña hizo todo por separarse de España, desde las leyes de desconexión que pretendían apartarla de la Constitución Española, hasta la propia proclamación de la República por el Parlamento. Y también de una jornada caótica y dolorosa, la del primero de octubre, en la que los independentistas pretendieron celebrar el referéndum de autodeterminación que precediera a la independencia y el gobierno de Mariano Rajoy intentó impedirlo mandando infructuosamente a la fuerza pública a aporrear a los votantes y a embargar las urnas. Su autor, Lluís Bassets, ha seguido el día a día de los acontecimientos y los explica desde el inquietante diagnóstico de una rebelión sin fin que se está transformando en una creciente división entre dos Cataluñas enfrentadas e incompatibles. Una segura decadencia para un país que se había caracterizado por su capacidad de integración de los recién llegados, la convivencia entre las dos lenguas habladas por sus habitantes y la identificación entre su apego al autogobierno y la democracia española.
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