Abordan estos relatos algunas situaciones actuales y costumbristas, como la visita a un restaurante chino, la decadencia de los domingueros o la heroica decisión de emprender unas obras en casa. Con sentido del humor, se exageran y critican algunos problemas sociales y solidarios contemporáneos. Y como el autor es filólogo, utiliza ciertas manías filológicas para criticar los excesos de la pedantería erudita. Están escritos con el fin de entretener a unos lectores saturados de análisis sesudos de la realidad. Aquí se ofrece otra manera, menos grave, de enjuiciar las cosas.