Rigoberta nació en San Miguel Uspantán, El Quiché, Guatemala. Aprendió castellano cuando tenía veinte años sin libros, maestros ni escuela. Lo aprendió con su voluntad feroz por romper el silencio en el que viven los indios de América Latina. Se apropió el lenguaje del colonizador, no para integrarse a una historia que nunca la incluyó, sino para hacer valer, mediante la palabra, una cultura que es parte de esa historia.