"¿Qué venía a buscar?" "¿Qué te iba a decir?" Estas son las clásicas preguntas que nos hacemos todos los que tenemos más de treinta años, y cuando hablamos de esto con amigos todos decimos: "A mí me pasa lo mismo" o "Es la edad. De más está decir que la única respuesta que tiene sentido, y es real, es la primera, pues a todos nos puede pasar que nos olvidemos de algo. Porque estamos apurados, ansiosos o estresados; porque andamos haciendo muchas cosas a la vez o porque no descansamos adecuadamente. Envejecer no es sinónimo de deterioro, sino parte del crecimiento, de la evolución, y la edad no tiene por qué limitarnos en nuestra vida cotidiana.
La vida moderna hace que corramos de un lugar a otro. El reloj se convierte en nuestro peor enemigo cuando nos damos cuenta de que no nos alcanzan las horas para todo lo que tenemos que hacer y no encontramos tiempo para nosotros, mucho menos para cuidar y neuroestimular el cerebro. Buscamos opciones: talleres de memoria, revistas de sudokus, sopas de letras, crucigramas y demás juegos de mente. ¿Es verdad que ir a talleres de memoria o realizar ese tipo de ejercicios es bueno para mantener el cerebro activo? Sí, son una opción y muy valiosa, pero no la única.
Buenas noticias: podemos neuroestimular el cerebro, rejuvenecerlo o, mejor dicho, mantenerlo joven y ágil estando activos.
A lo largo de este libro vamos a descubrir de qué hablamos cuando hablamos de neuroestimular el cerebro, cuáles son las funciones cognitivas y cómo se va transformando este órgano con el pasar de los años. Después veremos cómo aprovecharnos de todo lo que nos rodea en cualquier momento del día. Usar las redes sociales, ser creativos, hacer pequeños cambios en nuestra rutina, organizarnos, ser curiosos, sociables, mantener nuestro cuerpo en actividad, aprender a relajarnos, tener buen sentido del humor, realizar actividades manuales, viajar, bailar, cantar, escuchar música, comer, cocinar son algunas de las muchas actividades cotidianas que hacen que el cerebro se mantenga en su mejor forma.
Nuestra vida cotidiana puede ser muy neuroestimulante si sabemos aprovecharla.
María Fernanda López es licenciada en Terapia Ocupacional (UBA), con cursos de posgrado en Neuropsicología, Psicología Cognitiva y Gerontoneuropsiquiatría en la Universidad Favaloro. Diplomada en Psicología Positiva, es doctoranda en Psicología Orientada a las Neurociencias Cognitivas Aplicadas en la Universidad Maimónides. Miembro de la Comisión Científica Nacional de la Asociación Neuropsiquiátrica Argentina, fue vicepresidente de la Asociación Alzheimer Argentina (2005-2011). Ejerció la docencia en diferentes asociaciones y universidades públicas y privadas. Hoy es docente en el área de Neurociencias de la Universidad del Salvador y en la UBA, y directora del Curso de Neuropsicología Clínica Básica Aplicada en el Instituto Neurociencias Avellaneda (INEAV). Actualmente se desempeña como neuropsicóloga en la Unidad de Neurocirugía Funcional del Hospital Posadas, en Neurosueño.com y en otros centros asistenciales privados.