Kenny tiene trece años y vive con su familia en un barrio obrero de Pittsburgh. Kenny no es un muchacho como los demás. Sufre desde su nacimiento de agenesia, y le han tenido que amputar la pelvis y las dos piernas. Sin embargo, lleva una vida normal, desplazándose ágilmente sobre las manos. Su vida y la de su familia quedan trastornadas cuando un equipo de la televisión viene a filmarlos. La peculiaridad de esa familia revela de manera directa el carácter hipócrita y falso de los reportajes televisados.