En esta secuela Robocop se enfrenta a los problemas causados por una nueva droga peligrosa y adictiva llamada Nuke, que invade las calles de una distópica ciudad de Detroit ante la huelga de la policía privatizada y perteneciente a la megacorporación OCP, la cual al mismo tiempo está a punto de conseguir privatizar también el ayuntamiento de la ciudad por impago de deudas y gracias el caos reinante, para así poder comenzar con la construcción de Delta City.