Gabriel se niega a seguir siendo un espectador del éxito ajeno y decide hacer pagar a su superior las afrentas e injusticias de las que se siente víctima. Pues, si bien carece de poder, «le sobra el odio».
Divertida, dura e implacable sátira, en Recursos humanos la ambición, los golpes bajos, los desquites, los privilegios de clase, el sexo y las disputas más mezquinas sirven para entender el chismoso mundo de las oficinas como todo un microcosmos de las pasiones humanas.