Siempre he tenido una tendencia a luchar en contra de las supersticiones (Dios, religiones, esoterismo, astrología...), las cuales encontré por todo el mundo. Pero, para mí, la creencia en el libre albedrío era una de las fantasías más irracionales, por su imposibilidad física y matemática. Por eso, en 2010 me sorprendí (a causa de ciertos eventos que describiré al principio del segundo capítulo) que mucha gente, incluidos científicos, creyeran en la ilusión del libre albedrio. Fue así, influenciado también por mi deseo de combatir las supersticiones y difundir mi visión de la realidad, que pronto me persuadí que estaba determinado a documentarme extensamente y a escribir este libro que desmontara, de una vez por todas, el mito del libre albedrío.