El tiempo de las cosas se vuelve amenazante y mi escudo antivergüenza no es tan resistente. El dragón de miedos, erguido con estoico aplomo y notoria displicencia, se rodea de su eterna nubosidad; mi espada de vigor y felina esencia quiere decirme lo que, por el estrepitoso despliegue de llamaradas de autoflagelación esputados por la bestia, no logro escuchar. Este libro se gestó en varios estómagos, sí, leyó bien, dice estómagos, puesto que el presente, fue regurgitado, vuelto a tragar y posteriormente vomitado. La compilación que se logró (guante por medio) resultó en un exótico soufflé de cerebro putrefacto de algún irremediable hipersensible amante del drama. Sin embargo, la claridad de las imágenes permite ahondar con lujo de detalles en la corteza de una mente al borde del desquicio constante. Estas páginas prometen provocar, confundir y desafiar al lector, a través de una neurótica narrativa, encausada de forma tal que pareciera hecha a propósito. Deléitese, corajudo y curioso lector.