Dicen que la paternidad es el mayor lujo del aficionado. Puede que sea una expresión equivocada o por lo menos injusta, pero lo cierto es que, allí donde los padres y madres fallan, la cuasa suele ser haber asumido su labor sin el rigor y celo que sin duda demandaba. Sí, de eso se trata criar a nuestros hijos, aunque se haya covertido corrientemente en la parte del ciclo vital humano que está después de nacer y crecer, pero antes de morir; es decir, la reproducción como el tránsito por un periodo más de nuestro tiempo en la Tierra del mismo modo espontáneo en que respiramos, andamos o nos alimentamos.
Pero, así como hace mejor la vida respirar profunda y acompasadamente, acomodar la postura para caminar o tornar el acto de comer en un hábito nutricio, convertir la parternidad en una profesión es obligatorio para hacer de nuestros hijos seres logrados y satisfechos conisgo mismos, además de sensibles a la humanidad de los otros, sus prójimos.
Giuliana Caccia está siguiendo esa hermosa carrera cuya graduación es formar cumplidamenete a un ser humano; leyendo mucho, experimentado en carne propia otro tantoy, sobre todo, ejerciendo la aguda vigilia de sus sentidos junto con el buen juicio, la sensata reflexión e incluso el experimento, cuyo resultado final está ahora en sus manos.