Fue la primera vez en la que realmente sentí que no quería soltar a mi
papá, deseaba dejarlo ir, anhelaba que me repitiera que me quería
muchas veces y que estaba orgulloso de mi, que todo iba a esta bien, que
nunca me dejaría.
El tiempo se detuvo, mi corazón palpitó sin control, todos se
acercaron a mamá, la abrazan ella llora, mis tíos lloran y en ese
instante a lo lejos logro captar lo que está decidiendo, leyendo en sus
labios… es cáncer.
“Un guerrero nace, un guerrero lucha, un guerrero vence”
Fue otro de esos momentos impactantes, momentos que van picando poco
a poco y cada vez más profundo en el corazón. Mi sobrino tan solo
llevaba seis meses de edad y también lucharía por su vida.