Durante miles de años, los seres humanos hemos contemplado sobrecogidos el firmamento. Esa bóveda infinita despertaba temor, respeto e invitaba a las ensoñaciones. El cielo siempre se mantuvo en silencio, entregándonos extraños mensajes, invariablemente codificados, pero nuestro lenguaje e imaginario siempre sintieron la necesidad de comunicarnos con él. Las palabras del cielo están ahí, discretamente entretejidas en nuestro lenguaje cotidiano, como «desear» (del latín desiderare: dejar de contemplar la estrella) o «desastre» (del italiano disastro: mal astro). Si nos paramos a reflexionar en ellas nos sumergiremos en el origen de la palabra y de nuestra necesidad de comprender. Este libro, escrito con pasión en el territorio fronterizo de la ciencia y el lenguaje, nos abrirá significados inadvertidos y nos ayudará a comprender más ese cielo inscrito en las palabras y que siempre ha arrebatado nuestra imaginación y anhelo. Preciosa edición cuidadosamente tratada en su formato en la que su autor consigue crear un universo propio lleno de sorpresas para el lector.