Liam Oliver parecía no poder aceptar el hecho de que él era un hombre lobo. Había pasado toda su vida rechazando todo lo que lo vinculaba con su manada. Encontrar un compañero no fue diferente. No le interesaba en absoluto enamorarse o formar una familia. Ese era el camino del lobo, pero estaba convencido de que también había vencido a su naturaleza en ese frente.
Cuando el correo electrónico de un empleado descontento cae en su escritorio, Liam se enfrenta a la tarea de despedir al remitente. Pero cuando el remitente termina siendo nada más que su compañero destinado, Liam descubre que lidiar con la situación es un poco más de lo que esperaba.