¿Te valoras a ti mismo? ¿Te amas de verdad?
¿Eres consciente de que la vida es un precioso regalo?
¿Disfrutas de cuanto tienes y recibes cada día?
¿Practicas el agradecimiento?
¿Te esfuerzas para no quejarte, o hacerlo menos cuando las cosas no son como te gustaría que fuesen, para ir desarrollando así una actitud positiva que te lleve al encuentro y disfrute de la vida de tu vida?
Si en cualquier medida tienes respuestas afirmativas a estas preguntas, estás en el buen camino, no solo para conseguir una buena convivencia contigo mismo, y un mayor equilibrio en tu vida, sino que también estarás facilitando tu convivencia con los demás, y la de los demás con ellos mismos.
Nadie da lo que no tiene, por lo que la persona que no se valora a sí misma difícilmente valorará a las demás, como tampoco llegará a amar de verdad si primero no se ama a sí misma.
Además, no olvidemos que nuestro comportamiento hacia los demás casi siempre suele ser el reflejo del trato que cada uno se da a sí mismo.