Pero nunca se han publicado las emociones de Luis Carrasco.
En estos primeros meses de su jubilación, incapaz de dar un descanso a su mente, ha ordenado sus impresiones y recuerdos, reconstruyendo su autobiografía, una prodigiosa trayectoria vital que discurre sin separar al hombre del investigador ni del docente. La condición humana marca su trayectoria científica: intuitivo, tenaz, perseguidor de explicaciones a cuestiones que se le han ido planteando incluso desde el comienzo de su vida investigadora, y a las que ha ido dando respuestas sencillas y certeras con su mente abierta, relacionando fenómenos y aplicando las técnicas que se han ido desarrollando en cada una de las distintas etapas clave que le ha tocado vivir.
A lo largo de la confesión del hombre y del investigador-docente, puede intuirse que iluminar es su gran vocación y la más noble de sus obsesiones y consecuciones: iluminar lanzando focos de luz sobre lo que los demás no vemos o no queremos ver.