Historia de la Cirugía Ortopédica y Traumatología

·
Universidad Miguel Hernández
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Desde que el hombre fue consciente de su humanidad observó la presentación de enfermedades y accidentes, preguntándose cuál era su causa y su posible remedio. En todas las culturas antiguas pensaban que las enfermedades tenían un origen sobrenatural, al ser dolencias internas o calamidades que parecían sobrevenir de manera espontánea sin que fuera visible o aparente el agente que las había causado. De esta manera, se achacaban a un origen divino, como castigo o capricho de los dioses, o bien a enemigos que utilizaban a los demonios o espíritus malignos por medio de la magia y la brujería. Esta interpretación mágico-religiosa ha tenido una larga vigencia y, aunque en menor medida, ha convivido hasta nuestros días con la medicina científica en formatos y modalidades diversas.

        Consecuentemente a este tipo de pensamiento, en esas culturas primitivas se consideraba que la curación de las enfermedades sólo podía alcanzarse a través de medios sobrenaturales o divinos y, por tanto, los más capacitados para resolverlas eran los sacerdotes, magos o hechiceros, únicos con conocimientos de las fórmulas y ritos mágicos necesarios para interceder ante el dios, contrarrestar las esencias malignas o ahuyentar a los espíritus causantes del mal.

        Pero, por otro lado, observaron que las lesiones traumáticas tenían un origen natural, siendo comprensible la relación entre la causa y el efecto. Estas lesiones, aunque siempre invocando la ayuda de algún dios benefactor, no precisaban para su curación de recursos mágicos si no de medios naturales practicados por alguna persona ducha en tales menesteres sanadores. Es decir, el empirismo fue, junto con las perspectivas de creencia, la segunda de las perspectivas desde las que se basó la actividad sanadora.

        Así, la práctica de la medicina en las culturas arcaicas, en cuanto a curación de las enfermedades, estaba reservada a los sacerdotes al ser estos intelectualmente mejor formados y atribuirse dotes sanadoras concedidas por el dios. Por el contrario, la práctica de la cirugía (abscesos, heridas) y traumatología (fracturas, luxaciones) sólo requería aprendizaje y experiencia sin intervención divina pudiendo, por tanto, ser ejercida por gente sin instrucción religiosa y considerándose como un oficio manual de mucho menor rango social. Esta es una de las razones del porqué la cirugía, y su rama traumatológica, no tuvieron un progreso paralelo a la medicina hasta épocas recientes. Además, la cirugía y traumatología precisaban del conocimiento de la anatomía externa e interna, pero la disección de cadáveres humanos estuvo largamente prohibida por la mayoría de las religiones, incluidas las cristianas. No es hasta el siglo XIX en que la cirugía adquiere verdaderamente un fundamento científico moderno y prestigio profesional y social y no es hasta el siglo XX en que la Cirugía Ortopédica y Traumatología se convierte en especialidad independiente merced a los avances científicos y tecnológicos.

        La Cirugía Ortopédica y Traumatología es una rama desgajada de la Cirugía General y los comienzos de aquella son la historia de esta. La cirugía inicialmente fue considerada como una mera acción manual, de ahí el origen etimológico de la palabra (keir: mano; ergon: obra; keirourgeia: trabajo manual), es decir, la realización de operaciones hechas con la mano o con instrumentos manuales con la finalidad de curar ciertas dolencias.

        La cirugía tuvo un pasado de cierta importancia entre los siglos XII y XV de la Edad Media. Los cirujanos medievales de la escuela italiana llegaron a practicar técnicas antisépticas y los cirujanos franceses del siglo XIV, en particular Guy de Chauliac, utilizaron incluso un método de anestesia. El progreso quirúrgico alcanzó esplendor en el Renacimiento, merced al avance de la Anatomía, donde destacó Vesalio en la Universidad de Padua.

        Fue durante la Ilustración (mediados del siglo XVIII) cuando la cirugía basó verdaderamente su quehacer en conocimientos científicos, destacando el inglés John Hunter como una figura clave para el desarrollo de la Patología Quirúrgica General. Durante el siglo XIX la cirugía recuperó su puesto como rama de la Medicina, primero en forma de Cirugía General: el cirujano actuaba sobre una afección quirúrgica de cualquier parte del cuerpo. A medida que los conocimientos aumentaron se fueron desgajando ramas del tronco, lo que representó, a su vez, un estímulo para su progreso. Durante ese siglo, la cirugía entró plenamente en la universidad y se desarrolló apoyándose en el avance de las llamadas Ciencias Básicas (morfológicas y fisiológicas) para sentar los cimientos de lo que sería la Cirugía del siglo XX. El cirujano dejó de ser un mero amanuense, ayudante colaborador del médico, para pasar a ser poseedor de un saber científico (Patología) y conocedor de un saber hacer (Técnica), los cuales debía aplicar con cierto virtuosismo, habilidad y eficacia (Arte). El empleo de tales recursos necesitaba una experiencia (Empirismo) y su fin último era la curación del hombre enfermo (Humanismo). Por ello la cirugía es Ciencia, Técnica, Arte, Empirismo y Humanismo. El cirujano imprescindiblemente debe iniciarse en la Anatomía, Fisiología y la Bioquímica antes de comenzar a aplicar la técnica.

        De muy antiguo se distinguió la Oftalmología, Otorrinolaringología y Ginecología y Obstetricia de la Cirugía General. Sin embargo, el gran avance experimentado en las técnicas diagnósticas y los procedimientos terapéuticos durante el siglo XX dio lugar al fraccionamiento del área de conocimiento de la cirugía en una serie de subáreas especializadas con cuerpo de doctrina propio. Así, en la década de los sesenta del siglo XX aparecen las especialidades de Cirugía Cardiovascular, Cirugía Torácica, Cirugía Plástica y Reparadora, Cirugía Pediátrica, Urología y, algo más tarde, la Neurocirugía y la Cirugía Ortopédica y Traumatología.

        El término Ortopedia fue acuñado por el francés Nicolás Andry, en 1741, como título de su libro sobre la prevención y corrección de deformidades en los niños. Ese término proviene etimológicamente de las palabras griegas: orthos (derecho, recto) y paideia (infancia, del niño), cuya traducción al latín es orthopaedia. En dicho libro apareció una imagen representando la corrección de las deformidades, como un árbol con un tutor para enderezar su tronco, lo cual ha pasado a ser el símbolo de la Cirugía Ortopédica. El término Traumatología proviene de otras dos palabras griegas, trauma (herida, ya en los escritos hipocráticos) y logia (estudio).

        La especialización es un hecho necesario, dada la capacidad limitada del hombre, y ello redunda en una mejor atención al paciente y en mejorar la calidad y profundidad de la investigación. A esta especialización se le pueden realizar dos objeciones. La especialización no debe realizarse en detrimento de la visión del conjunto que supone el hombre enfermo, limitándose al aparato o sistema alterado y obviando las numerosas conexiones que tienen entre sí las especialidades quirúrgicas. Otra objeción viene dada desde el punto de vista académico. En España, la universidad se ha asociado tradicionalmente a la generalidad, y la profundidad de conocimientos se ha asociado a profesionales extrauniversitarios. Afortunadamente, esto se fue corrigiendo gracias a la labor de eminentes profesores que se dedicaron a áreas quirúrgicas concretas y a la creación de Cátedras de diversas especialidades quirúrgicas, ampliando las áreas de conocimiento académico.

        Según Amorós Macau, la razón que ha impulsado más la especialización es el acercamiento de la ciencia y de la técnica, que han llegado incluso a confundirse. El cirujano ha pasado en poco tiempo del ejercicio exclusivo de su habilidad manual, a la adopción de técnicas que requieren la utilización de unos medios instrumentales quirúrgicos muy extensos y en constante evolución. Esto hace difícil que un profesional pueda reunir todos los conocimientos y experiencias para estar al corriente y dominar todas las técnicas de su especialidad.

        Actualmente, la Cirugía Ortopédica y Traumatología es definida como la especialidad que trata de las afecciones médicas y quirúrgicas del Sistema Locomotor por medios médicos, quirúrgicos y físicos. Así, es una especialidad médica y quirúrgica. Si bien su desarrollo actual se debió a las consecuencias de la Primera Guerra Mundial, gracias al fulgurante progreso técnico de las últimas décadas es una cirugía de vanguardia y ocupa en todo el mundo un lugar respetado. Al ser también una cirugía con aplicación rutinaria sobre grandes masas de población, tiene una influencia considerable en sus consecuencias médicas, sociales, profesionales, económicas y humanas.

        Esta obra es un discreto tributo de los autores a su Especialidad para que su desarrollo histórico no sea olvidado por las futuras generaciones de especialistas y con la aspiración de que sirva de referencia y consulta a las mismas. Nosotros no somos autoridades en la Historia de la Medicina, si no meros aficionados con una elevada ilusión en aportar esta compilación de lo conocido y a nuestro alcance. Si bien la, ahora llamada, Cirugía General fue la base para el desarrollo de la Cirugía Ortopédica y Traumatología, esta obra se centra específicamente en esta última especialidad por obvia razón de espacio y extensión.

 

Los autores, en Elche, 2022

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4.5
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Javier Canario
August 27, 2024
bueno
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About the author

Catedrático de Traumatología y Ortopedia

Universidad Miguel Hernández de Elche

Catedrático Emérito de Traumatología y Ortopedia

Universidad Miguel Hernández de Elche

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