Según parece, Emma tiene carácter, y eso de que una mujer se ponga a tirarle objetos de porcelana despierta su interés. Tal vez a su propuesta le haya faltado gracia, de acuerdo. Pero le parece la solución perfecta. De ese modo él tendría una esposa, los pequeños a su cargo la madre que tanto necesitan y Emma seguridad y una posición. Sencillo, ¿no? Práctico. Pero… oh, no, el perro de porcelana no…
Si quiere calmarla, tendrá que confesarle la verdad. Y la verdad no es otra que está perdidamente enamorado de ella.